El domingo pasado por la tarde, la gendarmería de Alenzón, en la Normandía francesa, recibió una llamada cuanto menos extraordinaria. Quentin, un niño de 5 años, acababa de descubrir a su padre inconsciente en su cama “echando espuma por la boca”.
En efecto, el niño había marcado el número 17, el de la gendarmería francesa, para alertar de la situación. Romuald Arrivé, el gendarme operador, se sorprendió enormemente al escuchar la voz de un niño tan pequeño al otro lado de la línea. Aunque parecía inquieto, no entró en pánico y mantuvimos un diálogo telefónico que duró 40 minutos.
El gendarme intentó tanto calmar al niño como obtener la información necesaria para el despliegue del servicio de emergencia. Quentin logró dar su nombre y el de su padre, pero no conocía ni su apellido ni su dirección, aunque sí pudo indicar a su interlocutor el color de las persianas de la casa y la ubicación del coche paterno.
“Sin duda salvó a su padre”
El periódico Ouest-France recoge las declaraciones del mayor Alain Leterrier, de servicio en aquel momento: “El chiquillo mostró una madurez impresionante”.
Al cabo de 30 minutos de conversación, la línea se cortó. Entonces, el pequeño tuvo la presencia de ánimo para marcar de nuevo el 17 para reanudar la conversación.
“Fue realmente increíble”, declaró, impresionado, el suboficial. Por último, después de contactar con la compañía telefónica Orange, los gendarmes consiguieron localizar la casa y por fin pudieron llevar ayuda al padre de familia de 44 años.
Había sido víctima de un trastorno diabético y ahora está sano y salvo. Stéphane Hébert, teniente de alcalde de Glos-la-Ferrière, no oculta su admiración: “El niño estuvo magnífico, sin duda salvó a su padre”.