Una mañana de mayo, un joven polaco, Mateusz Kaszela, pasaba junto a una anciana en una parada de autobús. La señora llevaba consigo un cubo lleno de pequeños ramilletes de lirios del valle y tulipanes. Sus ojos parecían cansados y un poco perdidos.
A Mateusz le conmovió su fragilidad y entonces se le ocurrió una idea. Comenzó una conversación con una simple pregunta, sin saber que tendría consecuencias en todo el país.
–¿Cuánto cuestan estos ramos tan bonitos?
–5 eslotis [1’2 euros] –le responde ella.
–Según usted, ¿cuál es el más hermoso?
–¡Caballero, los he hecho todos yo misma!
–Pero ¿cuál prefiere usted?
Ella mira cada ramillete con atención, duda un momento y, por fin, escoge uno, que parecía oculto en el fondo del cubo, y lo saca del agua.
–Sí, éste es el más bonito
–Señora, ¿cómo se llama usted?
–¿Mi nombre? –pregunta sorprendida y confusa–. Me llamo María.
–Entonces este ramo es para usted, María.
–¡Oh, Señor! ¡No, no puedo aceptarlo!
–Sí, claro que puede. Es para usted. ¡Solamente querría que me sonriera a cambio!
Emocionada y sonriente, María aceptó las flores y la fotografía. Ella se preguntó cómo agradecer al joven su gesto tan poco habitual, así que le prometió rezar por él.
Mateusz publicó en seguida la fotografía en las redes sociales y la acompañó del comentario siguiente: “Mi corazón arde de alegría. Nunca olvidaré la sonrisa de María. Me llena de felicidad. La verdadera felicidad.
Recordad pensar en los cientos de personas mayores que están tratando de arreglárselas lo mejor que pueden, vendiendo flores o verduras”.
María del bouqué de lirios
La publicación de Mateusz causó una hermosa oleada de emoción en el país. Pronto “María del bouqué de lirios” se convirtió en una heroína no solo en Cracovia, ¡sino en toda Polonia!
A su vez, innumerables internautas comenzaron a compartir historias similares a las de Mateusz y María. Escenas callejeras, con múltiples gestos de bondad y atención hacia personas mayores que se ven obligadas a trabajar para llegar a fin de mes.
“La misericordia de Dios pasa por los pequeños gestos cotidianos”, dijo el papa Francisco durante una audiencia en Roma el 12 de octubre de 2016, cuando el Jubileo de la Misericordia tocaba a su fin.
No cabe duda de que estos gestos simples y humildes, como los de Mateusz y María, les han aportado infinitamente más alegría que muchos esfuerzos que dispersamos a los cuatro vientos. Así que, ¿cuándo será nuestro próximo gesto altruista?
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