Un acontecimiento traumático como por ejemplo la dura experiencia del cáncer, puede transformarte la vida. En una situación extrema como ésta, algunas personas son capaces de reconstruir su forma de ver el mundo y su sistema de valores, produciéndose de esta forma un aprendizaje y un importantísimo crecimiento personal.
Hay personas que después de vivir la experiencia de un cáncer son capaces de extraer un beneficio de la situación vivida. Para ellos, la experiencia de sufrimiento y dolor, el contacto con otras personas en su misma situación o el miedo al presente y al futuro ha supuesto una oportunidad para tomar conciencia de su vida y plantearse un cambio en su sistema de valores.
¿Qué cambios se suelen producir?
Pueden producirse cambios en uno mismo, en sus relaciones interpersonales y cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida.
Hay personas que después de superar la enfermedad sienten que tienen más confianza en sí mismas para hacer frente a cualquier otra situación que pueda ocurrir en el futuro. Haber superado un cáncer les hace sentir capaces de enfrentarse a cualquier otra cosa.
Superó un tumor cerebral y ganó medalla de oro en los Juegos del Mediterráneo
Muchas personas ven fortalecidas sus relaciones con otras a raíz de la vivencia del cáncer. Hay parejas y familias que dicen sentirse más unidas que antes del diagnóstico.
Finalmente pueden producirse cambios a nivel espiritual y en la filosofía de vida. El diagnóstico de cáncer puede hacer sacudir de una forma importante la forma de ver el mundo. Es el tipo de cambio más frecuente. Las personas que han superado un cáncer cuentan a menudo que ahora miran su fe o su espiritualidad de distinta forma. Para algunos puede haberse vuelto más sólida. Otros pueden cuestionar su fe y preguntarse cuál es el significado de su vida.
A cualquier edad
Las enfermedades que se producen en la infancia y la adolescencia impactarán la vida de diferentes maneras, dependiendo de cuán grave sea la enfermedad del niño.
Las rutinas diarias pueden cambiar, las necesidades nutricionales pueden alterarse, los niveles de energía pueden fluctuar y es posible que ciertos planes de tratamiento se deban tomar en consideración y gestionarse con cuidado.
Los niños con una enfermedad grave pueden darse cuenta de que no son capaces de hacer las cosas que solían hacer antes de que fueran diagnosticados, y/o que no pueden hacer todo lo que sus amigos hacen. También pueden tener que soportar dolores, asistir a sesiones de terapia, múltiples turnos con médicos, o incluso pasar períodos prolongados en el hospital.
Esto puede ser molesto, inquietante y frustrante y dar lugar a sentimientos de ser “diferente” o de destacarse de los demás. Estos sentimientos no siempre son fáciles de tratar. La manera en que el niño maneja estos sentimientos depende a menudo de la edad o de su nivel de madurez, y al fin y al cabo, mucho depende de su personalidad.
El tema de la salud, personal, de los hijos, de las personas más cercanas y amadas por cada uno de nosotros, nos recuerda lo limitada que es nuestra existencia y lo importante que es vivirla en la verdadera óptica de trascendencia para darle el valor y el sentido que verdaderamente tiene.
Fuente: Aleteia